Al día siguiente, cuando la luz del sol se filtró por las ventanas, la vida continuaba, pero para Enzo, todo había cambiado.
La habitación estaba llena de un silencio abrumador, y aunque Ziara había recibido el alta, él no estaba allí para compartir ese momento.
Nadie sabía nada sobre su paradero, y la preocupación se cernía sobre su familia como una nube oscura.
Enzo había desaparecido, y con él, la esperanza de un futuro que alguna vez había parecido posible.
Días después, cuando Melody y Demetrio regresaron a casa, la atmósfera era tensa.
La trabajadora social y el abogado llegaron con semblantes serios, trayendo consigo la carga de una situación que se tornaba cada vez más complicada.
Enzo había tomado una decisión drástica: estaba dispuesto a renunciar al juicio y a cualquier reclamo de paternidad, cediendo todo a Melody y Demetrio sin condiciones. La noticia dejó a ambos atónitos, sumidos en una mezcla de sorpresa y angustia.
—¿Por qué haría algo así? —preguntó Melody, su voz tem