33. A plena luz… y en secreto
El sol apenas se cuela entre las copas altas de los eucaliptos cuando Elara y Badru se adentran en el bosque. Los cascos de sus caballos suenan rítmicos sobre la tierra suelta, entre hojas secas y raíces que asoman como venas de la tierra. Cabalgan lento y en silencio, y la brisa fresca junto con la calidez del día suavizan cualquier tensión, y pronto el ritmo se vuelve cómodo, incluso placentero.
Elara deja que el viento le revuelva el cabello, que los aromas del bosque la rodeen como un abrazo antiguo. La presencia de Badru, firme y cercana, le otorga una sensación de seguridad que no esperaba sentir tan pronto. Él no es invasivo, pero su energía lo llena todo. Habla con la voz baja, profunda, trayendo a la superficie imágenes del pasado que poco a poco se incrustan en la mente de Elara.
Recuerda con ella los días de Ruth y el primer Badru. Le cuenta cómo fue el primero en enamorarla, el primero en ganarse su corazón entre los cuatro Alfas, antes que existieran rivalidades o regla