El aire cálido de Nueva Gerona me recibe como un viejo amigo cuando bajo del avión. La brisa marina acaricia mi rostro, llevándose consigo las últimas tensiones del viaje. Adriana me espera en el primer nivel del aeropuerto, su silueta perfectamente delineada contra el cielo azul.
—Puntual —observa con una inclinación de cabeza, extendiéndome una botella de agua fría—. Eso es bueno. Bienvenida al equipo.
Su voz es neutra, profesional, como el traje beige que viste. No hay rastro del pasado en su mirada, solo el presente que compartiremos como colegas. Es un alivio.
Me pregunto si sería así si supiera...
El verdadero calor viene de mis nuevos compañeros. Linda me envuelve en un abrazo que huele a vainilla antes de que pueda presentarme formalmente. Alejandro me saluda con un café cargado y una sonrisa pícara. "Para sobrevivir al primer día", dice con un guiño. Daniela, antes de que termine la mañana, ya ha convertido mi llegada en un meme que circula por el grupo de WhatsApp del