Punto de vista de Isla
El aire fresco y limpio de los Alpes suizos me golpeó en cuanto salí del aeropuerto de Zúrich: un impacto que sacudió todo mi ser, borrando los últimos vestigios de mi antigua vida.
Después de trece horas en el aire, por fin había llegado.
En la puerta de llegadas, un hombre alto sostenía un cartel con mi nombre.
—¿Isla?
Tenía unos cálidos ojos marrones y una sonrisa como rayo de sol.
—Soy Esteban, Alfa de la Manada Piedra Solar. —Dijo con una sonrisa genuina. —Los ancianos hablan de ti como si fueras una leyenda viviente. Es un honor conocerte al fin.
Me tendió la mano y la estreché.
—Gracias por venir a buscarme.
—El honor es mío. —Respondió, tomando mi equipaje. —Los ancianos del Gremio de Sanadores de Laurel están muy emocionados por conocerte.
En el coche, Esteban me fue señalando el paisaje suizo.
—El aire aquí es puro. Potencia las habilidades de un sanador. —Dijo, señalando las montañas nevadas a lo lejos. —Allí arriba está la Fuente Lunar más antigua del