Punto de vista de Isla
—Sí.
Mi respuesta dejó a todos en la habitación atónitos.
—¿Isla? —Esteban me miró, con una pregunta en los ojos.
—Si quieres venir, puedes hacerlo. —Le dije a Damián. —Pero solo para mirar.
Un destello de luz apareció en los ojos de Damián. —Gracias.
A la mañana siguiente, el médico autorizó a Damián a salir del hospital por unas horas.
—Pero no por mucho tiempo. —Advirtió. —El veneno de plata no ha desaparecido por completo.
Esteban envió una invitación formal y un prendedor ceremonial de piedra lunar. Era la más alta muestra de cortesía hacia un invitado.
A las tres de la tarde, comenzó la ceremonia.
El lugar elegido fue la orilla del Manantial de la Luna más antiguo de Suiza. Nos rodeaban los Alpes, con sus cumbres nevadas brillando bajo el sol.
El agua del manantial era tan clara como un espejo y despedía un suave resplandor plateado.
Yo llevaba un vestido ceremonial blanco tradicional y una corona de flores de laurel.
Esteban vestía un traje de Alfa en az