Punto de vista de Damián
En el momento en que el enlace mental se rompió para siempre, supe que la había perdido, por completo.
Pasé tres días y tres noches sentado entre las ruinas de mi apartamento, rodeado de vidrios rotos, suelos manchados de sangre y la ausencia fantasmal de su aroma.
Al cuarto día, por fin me moví.
Necesitaba respuestas.
Las palabras de Isla resonaban en mi cabeza: ¿Estás seguro de recordar quién realmente te salvó?
No conduje: volé, el coche convertido en un borrón de metal y desesperación.
El apartamento de Clara.
Ella era la única que quedaba que había conocido a la verdadera Isla.
¡BANG, BANG, BANG!
Mi puño golpeó su puerta con fuerza.
Cuando se abrió, el rostro de Clara se torció en un gesto de desprecio.
—Lárgate. —Escupió, intentando cerrarla de un portazo.
Bloqueé la puerta con la mano.
—Dime dónde está Isla.
—¿Tienes el descaro de venir a buscarla? —Clara soltó una risa amarga y fea. —¿No tienes a tu pequeña zorra para preocuparte?
—Necesito hablar con e