Punto de vista de Isla
El tiempo pareció detenerse.
El destello de la plata.
El gruñido del atacante.
Y luego, un borrón de movimiento. Un aroma que conocía mejor que el mío propio.
—¡Isla! —La palabra fue una súplica desesperada cuando el cuerpo de Damián se lanzó contra el mío, cubriéndome.
La hoja maldita de plata, impregnada con acónito, se hundió profundamente en su pecho con un sonido repulsivo.
—¡No!
Se desplomó en mis brazos, la sangre empapando al instante su camisa blanca.
El veneno de plata empezó a extenderse, y su piel se volvió pálida ante mis ojos.
—¡Damián! —Lo sostuve, mis manos intentando desesperadamente canalizar mi energía sanadora para combatir el veneno, mi voz temblando de terror. —¿Por qué harías esto…?
—Corre… —Jadeó, con sangre burbujeando en sus labios. —Ellos… volverán…
Los dos atacantes, rebeldes por su aroma, se congelaron. Sus rostros palidecieron al reconocerlo.
—¡Alfa! —Balbuceó uno. —No queríamos hacerle daño…
—Fuera de aquí. —Ordenó Damián con vo