AURORA
Compañera, ella es su compañera destinada.
No quería creerlo; esa parte de mí, insegura, que lo había aceptado después de tanto negarlo, ahora se niega a creer en esas palabras.
Mis lágrimas seguían cayendo silenciosas, negando desde el fondo de mi alma que lo que decía era mentira, que todas sus palabras lo eran, porque Kayne había demostrado ser diferente conmigo.
Agradecía tener una mordaza en la boca para no dejar salir ningún ruido, para no dejar que vieran cuando me estaba quebrando.
El silbido de las cuerdas retorciéndose en mis manos era todo lo que zumbaba en mis oídos. Quería correr, alejarme de ahí, pero no podía, no cuando me mantenían aquí parada.
—Da dolor verla, tan desesperada, tan… asustada, y aún así lucha por su libertad, por que la liberen, por ser escuchada. Eso hace la diferencia entre una Reina y una patética humana.
La puerta del otro lado se abre; la mujer voltea rápido con sus garras listas para asesinar a quien sea, pero son sus palabras las que me go