AURORA:
Era una cobarde, lo sabía. No era capaz de darle cara al hombre que ahora duerme tranquilamente en la cama mientras Cahya lo observa desde un rincón.
No lo hace porque ella quiera, lo hace por mí, por el miedo y el terror que le tengo.
Ella quiere estar cerca de su compañero, desde la tarde en el lago ella lo ha aceptado y yo… sigo en las sombras donde él no pueda alcanzarme.
Cahya avanza por la habitación en penumbras, apenas iluminada por la luz de la luna que se filtra por entre las cortinas.
Llega a la puerta logrando abrirla, observando el pasillo antes de voltear a ver a Kayne y por fin salir.
Todo permanece en una calma inquietante, demasiado real para sentirse bien.
Algo más pasa, algo que no comprendemos y nos llama hacia algún lado.
Fue así como terminamos en el jardín que Kayne me regaló. Esta vez no es por ella, es por mí, y verlo, es sentir que había regresado al pasado, donde solo éramos él y yo.
Todo está tal como lo recuerdo, las flores que aún no abre