Su Luna Humana
Su Luna Humana
Por: Fénix Vm
01.

AURORA

Ella era su todo y yo el reflejo de su error.

Eso es lo que yo era , lo que siempre seré, lo que todos ven.

Aparto la mirada para que no me duela; miro en cambio, las decoraciones de la casa de la manada, tan hermosas como ese día…

Todo estaba preparado para la ceremonia: los pétalos azules adornando el camino, los arreglos florales en toda la casa y el jardín donde él aguarda, vestido con un traje negro y elegante.

Su brillante sonrisa mirando al frente, sus ojos rebosantes de amor esperando a su compañera, y esa… no era yo.

Es ella, la mujer que ahora está a su lado, sosteniendo su mano, sonriendo por algo que dice, mientras él la mira con un amor y adoración que antes eran solo para mí.

Me tocó ver desde la distancia así como en este momento, al hombre que amaba, el que había jurado estar conmigo hasta el final, marcar a alguien más mientras mi mundo se hacía pedazos.

Me limpio una lágrima solitaria que se desliza por mi mejilla; no puedo dejar que nadie vea cuánto me afecta, aunque todos ya lo sepan.

Un ligero apretón en mi mano me saca de aquel momento; parpadeo rápido, tratando de apartar las lágrimas que arden en mis ojos.

—Aury, ¿estás bien?— miro a mi hermano; puedo ver su preocupación y realmente o deseo añadirle más.

—Estoy bien, no te preocupes— respondo con una sonrisa temblorosa que estoy segura él puede notar.

Vuelvo la mirada al frente; mi madre ya tiene una expresión dura sobre mí, casi diciendo que si armo un drama o un escándalo, estaré en problemas.

Mi padre, en cambio, no me mira; es casi como si yo no existiera ni para esta familia ni para esta manada.

—Ahí viene. Recuerda, Aury, no importa lo demás, no importa que él sea el Alfa de la manada; yo siempre estaré a tu lado para protegerte.

—Gracias, Lessan— susurro, mostrando mi mejor sonrisa como si no me estuviera rompiendo por dentro.

Ellos llegan frente a nosotros, Jackson presenta formalmente a su compañera con orgullo, después de haber estado fuera de la manada desde el día de la unión.

Mis padres se inclinan, saludándola; ella les regresa el gesto con una enorme sonrisa para luego posar su atención en mí.

Suspiro ligeramente al verla; es hermosa, cabello rojo, ojos verdes profundos, y el vestido que tiene abraza a la perfección sus curvas.

Ella es perfecta, nada comparada con alguien tan común como yo.

Mi simple cabello castaño, mis ojos cafés y mi piel, aunque blanca, carece de brillo. No hay nada especial en mí, nada.

—Luna, un gusto conocerla— susurro, inclinándome ante ella, sintiendo las miradas juzgadoras de toda la manada encima.

—Gracias, para mí ya es mucho estar aquí y por fin poder ayudar a Jack con sus cosas. Prometo ser una excelente Luna— todos ríen, menos yo; me mantengo aún con la cabeza baja, casi respirando de alivio cuando pasan de largo para hablar con mi hermano.

Lessan suelta mi mano dando un paso al frente, prometiendo lealtad a su Luna, como es el deber del beta, y yo… doy un paso atrás, deseando no llamar la atención, pero es cuando lo siento, la mirada de Jackson sobre mí.

Por un segundo, me encuentro con sus ojos, carente de todo ese amor que hace algunos meses sentía por mí, pero esto es lo que es.

Yo no puedo sentir un vínculo de pareja, jamás podré sentirlo, jamás podré marcar a alguien y posiblemente nunca lo sabré.

Soy humana. Mis padres son lobos, mi hermano lo es y yo, por alguna razón, soy la única de la familia y de toda la manada que es defectuosa.

—Por favor, vayamos a la mesa, ya todos esperan para comenzar —dice mi madre.

Todos se alejan entre risas, dejándome allí parada, Lessan es el único que se queda por un segundo.

—Ve a casa Aury, prepara todo para el viaje de mañana, me reuniré contigo más tarde.

Asentí, alejándome del lugar, sintiendo el peso de las miradas encima, juzgadoras, retadoras, como si cada paso que diera fuera una amenaza en contra de su Luna.

El aire frío de un día lluvioso me recibió al salir. Me abracé a mí misma, caminando por las calles vacías de la manada hasta mi hogar.

Subí a mi habitación, cerré la puerta detrás de mí y apoyada en ella, me desmoroné por completo.

Las lágrimas que tanto reprimí por fin salieron, cargadas de dolor, de todo aquello que me guardé los últimos meses.

Un año siendo feliz, pensando que no había nada que pudiera romper lo nuestro. Solo fui ingenua.

Una noche bastó, un solo segundo, una sola mirada para que él reconociera a alguien más como compañera y mi mundo se viniera abajo.

Y por más que quise ser egoísta, no pude. Solo me alejé en silencio, respetando su vínculo, algo que jamás sentiré.

Me levanto del frío suelo secando mis lágrimas, saco una pequeña maleta del armario para comenzar a empacar.

No quisiera ir al baile real, pero es obligatorio.

Cada año lo hacen, seleccionan manadas al azar para seguir manteniendo la paz y esas cosas.

Nuestro Reino es guiado por Lycans, seres poderosos que nunca he conocido más allá de los libros. Son la creación favorita de la Diosa, aunque la más mortal, y entre ellos está nuestro temido Rey Kayne.

Se dice que para cada baile tienen brujos que predicen cuándo tendremos luna llena, una luna tan defectuosa como yo.

Puede aparecer una vez cada tres meses o incluso dos veces a la semana, un desequilibrio que le ha costado a los lobos su fuerza y su poder, pero al Rey le ha costado el control de una bestia sangrienta.

Un escalofrío me recorre; será mejor no pensar en los problemas de una raza condenada.

Si la luna no puede volver a completar sus ciclos normales como hace siglos, todo el Reino de los lobos corre peligro.

Suelto un suspiro, metiendo por último el vestido; al menos pensar en otra cosa me ayudó a calmar todo el dolor que no ha querido desaparecer en meses.

—Ya es momento de soltar, Aurora.

Cierro la maleta dejándola a un lado.

—Tú puedes, lo harás, ya no eres una niña, eres una mujer que, aunque rota, podrás avanzar.

Mis palabras de consuelo no sirvieron de mucho, así que simplemente me acosté y miré el techo, deseando más que esto, deseando, por una vez, que esa Diosa olvidada me ayudara.

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