02.

AURORA

El siguiente día llegó sin apuro, quieto, silencioso, con las nubes grises adornando el cielo y una humedad fría que empaña el cristal.

A la distancia, se pueden ver los carros estacionados frente a la casa de la manada, todos esperando salir, ya que el viaje a la manada real se ha retrasado más de lo esperado.

Me levanto, acomodando mi cabello sin mucha importancia. En el espejo veo el reflejo de mis ojos apagados, sin brillo, casi tan vacíos como yo, pero sé que pronto dejará de ser así.

—¿Estás lista, Aury? Ya mamá y papá están abajo —dice Lessan entrando.

—Sí, lo estoy.

Él se acerca, posando sus manos sobre mis hombros. Nos vemos a través del espejo, sin palabras, sin nada más que eso; yo no necesito decir nada y él no necesita preguntar. Mis ojos rojos lo dicen todo.

—Ánimo, Aury, no estás sola, yo estoy contigo y mamá… aunque no te hable mucho, se preocupa por ti.

—Tú y yo sabemos la realidad, Lessan, no trates de esconder la verdad por hacerme sentir mejor.

Salimos de allí en silencio, caminando hacia la casa de la manada, donde ya todos comienzan a prepararse.

En el pie de la escalera veo a Jackson y a su compañera coqueteando, riendo, siendo la pareja perfecta, mientras otra parte de mí se quiebra y se reconstruye lentamente.

—Vamos Aury— dice Lessan tocando mi brazo—vas conmigo en el auto, ya sabes, debo protegerte del montón de pretendientes una vez que lleguemos.

Se ríe tratando de levantarme el ánimo y lo logra. Abre la puerta del auto, esperando a que suba, y cuando lo hago, esa pequeña sonrisa que tenía desaparece gradualmente al percatarme de que Jackson me está mirando.

Me obligo a ver hacia otro lado; todo mi ser tiembla y tengo que tomar aire para calmar mi tormenta.

No, no vas a dejar que él te afecte. Ella fue su elección, su única elección, mientras que tú no serás la elección de nadie.

Nos ponemos en marcha, saliendo de nuestra manada. Al frente va el auto de nuestros padres; desde aquí puedo ver cómo sonríen y hablan, algo que no han hecho conmigo desde hace tiempo.

—Aún te quieren, Aurora, no dudes de eso.

—No lo hacen, Lessan. Ellos me dieron la espalda el día en que Jackson me dejó a un lado cuando encontró a su pareja.

—No…

—Ya deja de defenderlos —alcé la voz, sintiendo de nuevo las lágrimas aparecer—. No soy una malditâ niña, Lessan. Ellos me hicieron a un lado por ser lo que soy, por ser humana. Pensaron que Jackson me aceptaría y cuando eso no pasó, ellos y toda la manada se pusieron en mi contra como si lo esperaran.

Él no dijo nada porque sabía que tenía razón, así que continué para por fin sacar todo el nudo que tenía en mi garganta.

—Cada día después de eso me tratan como una enemiga, como si pudiera conspirar contra su futura Luna porque yo nunca sabría lo que es sentir un vínculo.

Me giré hacia la ventana, mirando el paisaje verde, el bosque abriéndose paso a nuestro camino.

—Los quiero, Lessan, son mis padres, pero justo cuando más los necesité, me abandonaron. Por favor, no lo hagas tú.

Lessan tomó mi mano sin decir palabras; él siempre ha estado ahí, el único que se ha quedado con mi desastre, recogiendo los pedazos rotos.

—Jamás, Aury, nunca voy a dejarte sola. Te cuidaré hasta el día en que la Diosa te dé un compañero, porque sí vas a tener uno, y cuando ese día llegue, yo seré el primero en estar ahí para abrazarte.

Apreté su mano con un simple gracias y con eso, me apoyé en la ventana, cerrando los ojos, dejando que el sueño se llevara todo ese dolor que solo espero desaparezca.

Desperté cuando llegamos a la manada real; el cielo seguía gris, con la noche a nada de caer, haciéndolo aún más oscuro.

Nos instalamos en el hotel donde nos quedaremos por los siguientes dos días; solo tenía media hora para estar lista.

Me bañé y me arreglé rápido, parándome frente al espejo. Un hermoso vestido azul marino de un solo hombro abraza mi figura, completado con un maquillaje suave y una coleta alta.

Por primera vez en meses, vi a la Aurora que era antes, la que no tenía miedo a nada, la que no había sido rechazada y casi exiliada por los suyos.

Un toque en la puerta me anuncia la llegada de Lessan; él se queda allí parado por un momento con una pequeña sonrisa.

—Estás hermosa, Aury. Ahora vamos, que nuestros padres ya esperan.

Tomé su brazo dejando que me guiara, mirando una última vez la habitación antes de salir.

[…]

Llegamos al palacio, donde sus altos muros se alzan grandes e imponentes. La piedra rasposa, cubierta de hiedra y musgo, parece contar una historia tan antigua como la misma magia arcaica que la rodea.

Todos van vestidos con sus mejores trajes; la mayoría de los hombres, de negro, y las mujeres, con sus opulentos vestidos de noche, muy provocativos.

Las rejas están abiertas, dando la bienvenida a un mundo nuevo para mí, donde las miradas curiosas y otras cargadas de lujuria me persiguen.

Pero todo se sintió distinto una vez que crucé aquellas rejas. Mi piel se erizó al percibir el fuerte dominio de quien gobierna no solo estas tierras, sino a todos nosotros.

El aire pareció cargarse de electricidad, de algo que no había sentido nunca. Fue una sensación que me hizo temblar y sentirme viva.

Algo en mi pecho se removió con fuerza, con voluntad propia, como si me quemara; un hilo invisible que tiraba de mí, suave e insistente.

Entramos por las puertas pesadas recubiertas de oro. El largo pasillo que conduce hacia el salón de baile está iluminado por candelabros de cristal en lo alto.

Las risas resuenan suaves; los murmullos aumentan a medida que nos acercamos.

—Trata de mantenerte a la vista, Aurora. Aquí hay muchas personas; tendré que interactuar como Beta, pero estaré atento a ti. ¿Está bien?

—Está bien.

Entramos al gran salón, donde un majestuoso candelabro de oro nos recibe. Se extiende por todo el techo abovedado, iluminando las paredes de mármol con un resplandor suave.

Dos escaleras de cada lado suben a un piso superior y delante de ellas, está un trono vacío de terciopelo rojo y madera oscura tallada a mano.

Más retirado, hay uno más pequeño; delante de él está una hermosa mujer parada, con cabello negro, ojos azules intensos y una sonrisa amable mientras nos recibe.

Ella es la Reina, la madre de nuestro Rey, una Reina olvidada, pero no débil. En ella reside una fuerza que me gustaría tener, la única que ha salido ilesa de un Lycan capaz de destruirlo todo.

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