Marcos se sentía más nervioso que nunca mientras conducía hacia el lugar de la última sorpresa de Isabella. Durante semanas había planeado cada detalle, desde el paseo por el jardín botánico hasta el parque de diversiones, y ahora todo culminaría en un momento que cambiaría sus vidas para siempre. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de emoción y ansiedad que apenas podía controlar. Cada tanto, miraba el retrovisor, asegurándose de que Isabella estuviera cómoda y que su expresión reflejara alegría y curiosidad, aunque él sabía que también había un dejo de incertidumbre en su mirada.
—Marcos… ¿a dónde vamos ahora? —preguntó Isabella, con una mezcla de intriga y entusiasmo.
—No te preocupes, Isabella —respondió él con una sonrisa, tratando de sonar relajado—. Solo confía en mí. Esto será… inolvidable.
El auto recorrió las calles iluminadas de la ciudad, y finalmente llegaron a un elegante hotel, uno de los más prestigiosos y exclusivos. Marcos bajó del auto y tomó la mano de Isabella