El sol italiano se filtraba por las ventanas del hotel, dibujando rayos cálidos sobre la alfombra y los muebles elegantes. Marcos estaba sentado frente al escritorio, con los documentos extendidos ante él, repasando mentalmente cada punto de la última reunión. Era el último día en Italia, la jornada final para cerrar acuerdos con los inversionistas, y la presión se sentía en cada gesto de su rostro. Isabella, mientras tanto, caminaba por la habitación con pasos medidos, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza, consciente de que había olvidado algo crucial en el informe final: tres hojas que ella misma había mejorado y que ahora debían incluirse para que todo quedara perfecto.
—No puedo creer que haya pasado por alto esto —susurró para sí, mientras miraba la carpeta en la mesa de Marcos, completamente organizada excepto por esas tres páginas—. Si no las agrego ahora, todo el esfuerzo de estos días podría arruinarse.
Se detuvo un instante, evaluando la situación. Marcos estaba comple