Isabella permaneció inmóvil detrás de la puerta, conteniendo la respiración mientras observaba cómo Marcos se movía distraídamente por la habitación. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, sus sentidos alertas al más mínimo ruido. Esperaba pacientemente a que él se alejara de la mesa para poder salir con discreción y colocar las hojas que había revisado en el informe. Su corazón latía a mil por hora, como si estuviera lista para correr una carrera que jamás terminaría.

Se mordió el labio inferior, tratando de calmar los nervios que le recorrían desde la punta de los dedos hasta el pecho. Cada paso que daba Marcos, cada pequeño gesto, hacía que Isabella se congelara un instante, midiendo cuidadosamente la distancia, evaluando si podría avanzar sin ser vista. Su mente le repetía: Solo unos segundos… solo necesitas entrar y salir sin que note nada…

Justo cuando ella se preparaba para deslizarse hacia la mesa, un sonido inesperado cortó la tensión: el celular sobre la mesa comenzó a sona