Adelina Crown acepta un matrimonio de conveniencia con Nixon, uno de sus muchos pretendientes, sin imaginar que el tío de su nuevo esposo es Kael Romano, el hombre que más la ha desestabilizado en su vida. El reencuentro con Kael revive una atracción peligrosa que amenaza con consumirla. Kael, por su parte, no esperaba volver a ver a esa joven que tanto lo irrita y lo atrae. Su misión y su autocontrol tambalean cada vez que la tiene cerca. Enredados en una relación prohibida, Adelina y Kael se ven atrapados en un círculo vicioso del que no pueden escapar. Sus corazones y acciones los llevan por un camino inesperado. La tensión entre ellos crece con cada encuentro furtivo, mientras intentan mantener las apariencias frente a Nixon y el resto de la familia. Adelina lucha contra sus sentimientos, sabiendo que ceder a la tentación podría destruir su matrimonio y su reputación. Kael, por otro lado, se debate entre cumplir con sus responsabilidades familiares y laborales, y sucumbir a la pasión que siente por Adelina. El conflicto se intensifica cuando secretos del pasado salen a la luz, revelando conexiones y traiciones que complican aún más su situación. La obsesión mutua amenaza con desbordarse, poniendo en riesgo no solo sus corazones, sino también sus vidas. ¿Podrán liberarse de esta obsesión antes de ser descubiertos, o tendrán el valor de admitir lo que realmente sienten y enfrentar las consecuencias?
Leer másEn la oficina del director del FBI, Calderón, estaba en la penumbra, iluminada solo por la luz tenue de una lámpara de escritorio. Kael se encontraba de pie frente a él, con los brazos cruzados y una expresión de determinación en su rostro. Se había cansado de perder. Se había cansado de ese sabor a derrota que por primera vez probó y quería dejar atrás.
—Es nuestra única oportunidad para derrocarlos, Kael. Aquí no estamos para decidir si nos gusta o no. Nos atenemos y ya. —dijo Calderón, su voz grave y autoritaria—. No podemos permitirnos fallar. No más. Kael guardó silencio, consciente de la magnitud de la misión. Había pasado semanas en una prisión, perdió a su equipo, perdió mucho y no estaba dispuesto a perder más. Pero ahora, todo dependía de un solo movimiento. —Para esa fecha, su cabeza rodará. De eso me encargo yo. —respondió Kael con firmeza. Calderón lo miró fijamente, evaluando su determinación. —Hay algo más que debes saber. —lo detuvo. —Hay una pieza clave para desmantelar esta organización. Necesitamos que confíe en tí, aunque sea por un momento. Sabes cómo hacerlo. —deslizó la fotografía sobre la mesa. —Al parecer les gusta ser tratada con indiferencia por tí. Usa eso a nuestro favor. Estaba dispuesto a todo por recuperar lo que perdió y aunque era una misión “Black op”. Nadie más que ellos dos debían saber de ella. —Por supuesto que hay estorbos. —exhaló convencido de lo difícil que era lidiar con ellos. Él lo sabía. Por lo que no hizo la pregunta principal. —Además, me acabo de enterar que Adelina Crown será la esposa Nixon Ercil. —elevó la mirada de inmediato. La fotografía en su mano se arrugó ante la fuerza que ejerció. Ese nombre. ¿Por qué tenía que mencionar ese jodido nombre? Ella no era más que la mujer a quien se dijo que no debía darle importancia cuando la conoció, pero fue prácticamente la causa por la cuál había sido culpado de delitos absurdos. Pudo delatarla. Pudo revelar que era la hija de un mafioso que nadie sabía que caminaba en las calles de la ciudad. Pudo decir que era la hermana del criminal más buscado y había la oportunidad de confesar que ella misma era una asesina, pero era su palabra contra la de una familia capaz de cambiar el sistema judicial. Debía saber como moverse para no dar pasos en falso. ¡Genial! Ahora la tendría cerca. Tanta mala suerte con un mismo nombre, se dijo. Apretó el paso. La mención le arruinó la noche completamente. Datos que no necesitaba de ella no eran bienvenidos. “Las deudas conmigo no funcionan de esa manera.” Maldit@ la hora en la que la conoció. Su humor se había arruinado totalmente con solo recordar su existencia. No soportaba escuchar ese nombre por una simple razón. Tocó lo que no debía. La noche estaba cargada de presiones cuando Kael estaba por llegar en el club clandestino al que se acercó. Debía encontrar al único que quedaba en pie de su equipo y ese sitio era el adecuado. Avanzó sin ningún cuidado hasta llegar a la puerta, sintiendo el golpe en el hombro al pasar golpeando a alguna persona que no veía que ese pasillo no era para quedarse a vivir. Escuchó algo estrellarse y ni se mosqueó hasta que sintió el empujón que le dieron desde la espalda con la suficiente fuerza como para tener su atención. —Neardental sin oficio ni beneficio, ¿acaso los ojos los tienes de adorno? —la voz femenina lo hizo detener su impulso por tomar su arma, pero su cuerpo sufrió el golpe titánico al ver ese par de ojos nuevamente. Al reconocer ese rostro que aún no veía el suyo por estar pendiente del celular roto. —Aprende a caminar o a pedir permiso. Ni siquiera lo estaba viendo a la cara por la diferencia de altura, pero se veía dispuesta a ganar la batalla vocal. —¿Por qué no me sorprende? —El tono molesto del hombre que reconoció de inmediato causó que Lina elevara el rostro. Esa mirada endurecida y el tono de voz demandante y hastiada, claramente solo la podía tener una persona. Kael Romano. No podía tener tanta mala suerte. La única persona que la había hecho perder la compostura algunas veces, anteriormente no podía ir a otro sitio esa noche. Antes le ofreció condescendencia y el imbécil declinó su propuesta. Ahora ¿Qué buscaba? Ella no odiaba a nadie, pero con el coronel Mayor era otro cuento. —Entonces es cierto que saliste de la cárcel. —dijo mostrando indiferencia. Aunque en sus ojos se veía que no estaba en su mejor noche. Kael vio su cuello y apretó la mandíbula al recordar lo que antes cargaba allí y ahora él conservaba. —Existen miles de clubes en esta ciudad y tú ¿tenías que venir a este justamente? —Poco le importó el numerito que estaba haciendo. —Deja la inmadurez, niñita. Si te estás ahogando en tus dilemas no me vengas a arruinar las noches a mí. Jodida suerte la mía. —el irlandés se dio la vuelta, dejando a Lina con el corazón latiendo con fuerza debido a su rabia contra el mundo y más en su contra esa noche. —Vete al demonio. —murmuró Lina. —Inmadura. —devolvió Kael. En mala hora Bellucci eligió ese club. —Imbécil es lo que soy por venir a esta porquería. —Tienes razón. —contestó Lina con simplicidad. —¿Hablaba contigo? —envió un mensaje de encontrarse en otro lado. —Los dementes hablan solos. Tú verás. —el ingenio para zafarse de las cosas hastió al irlandés. Dio los pasos que lo separaban de la salida, pero la chica no se movió. —Muévete. —que le dieran órdenes era un detonante para ella y más cuando iban de él. En cambio, Kael se cuestionó el por qué no moverla a las malas. Fácil, no quería tener cerca a esa pesadilla andante. Siempre que la tenía cerca, terminaba muy mal. Como si truenos y oleadas de lava se movieran en su entorno, Adelina, con una sonrisa sarcástica y sus ojos brillando con una chispa de desafío, no bajó el mentón al estar frente al sujeto. —¿Tanto te gusta estar en mi presencia? —Su voz fue fría y calculadora. Lina sólo se rió de la tontería. El aire estaba cargado de tensión, y cada palabra parecía resonar con un eco de confrontación. Esa rivalidad, nacida desde la primera vez que se vieron, no se había desvanecido. Él aún recordaba el momento en que ella lo atropelló. Ella, por su parte, no olvidaba que él la había encerrado en un calabozo. Los incidentes los habían llevado a enfrentarse repetidamente, y en cada ocasión, ese odio latente salía a flote. —Si tuviera que pasar un minuto más contigo, terminaría destruyéndote sin siquiera tocarte. —aseguró Lina con desprecio, su voz gélida como el hielo. Kael, con una mirada fría y la mandíbula apretada, sonrió. Sus ojos no podían evitar recorrer el rostro de Lina, como si intentara descifrar cada uno de sus pensamientos. —No te preocupes. Tal vez ese deseo por tenerme cerca para probar tu teoría logre darse —Ella no bajó la mirada, ni su valentía. El Coronel Mayor solo evocaba las palabras de Calderón. Lina dio un paso hacia él, su corazón latiendo más rápido, aunque no lo mostró. Podía sentir el calor de su cuerpo, la tensión en el aire casi palpable. —¿Es una amenaza, Mayor? —No amenazo. Menos a niñitas con tan poca seriedad como para tomarlas en cuenta. —manifestó con desagrado. Acercándose inconscientemente. —Solo espero que comprendas que es mejor tenerme lejos. No me jodas la existencia de nuevo, porque puedo dejar de ser un caballero y convertirme en tu peor pesadilla. —No serías ningún problema para mí, Hércules. —le sonrió con la misma prepotencia. Mientras Kael con una simple palabra regresó a esa noche, meses atrás. —Se te olvida que ya conozco quien eres. —se burló en su cara. —Adivina por quien voy si me jodes la existencia. Si te atrapo no te suelto. —Mala suerte. Alguien más me atrapó. —jugó con su mente y este de inmediato entendió a qué se refería al ver el anillo en su dedo. —Suerte para la próxima. —Un anillo tonto no es lo que usaría contigo. —espetó cerca de su rostro. —¿Qué usarías conmigo? —se atrevió a preguntar con la misión de sacarlo de sus cabales. La consciencia de Kael lo llevó por otros rumbos ante el tono mimado de la niñita de veintitantos. Ninguno de los dos se dio cuenta de la cercanía que tenían. No tenían control de sus acciones, llegando al roce de sus alientos. Sus instintos los estaban traicionando. Sus ojos conectaron con esa mezcla atrapante. —Cuanto odio. —susurró Lina. —Y todo es para tí. —prometió el irlandés con la mandíbula apretada. Su mirada cambió, pero sus ojos seguían fríos. —Espero no volver a cruzarme contigo. —Lina se alejó primero. No podía permitir que alguien así la descontrolara. Por lo que se dio la vuelta buscando otro sitio donde esperar a Avery. Mientras Kael sabía que su esperanza sería aplastada. Y ella, al parecer, aún no estaba consciente de ello.«Kael Romano, el Héroe Imparable, desmantela Redes de Crimen Organizado. Times Square News - Kael Romano se erige como una fuerza imparable contra el crimen organizado. Con una determinación inquebrantable y un corazón lleno de compasión, ha demostrado que la ley siempre estará sobre el crimen. En su última hazaña, desmanteló una amplia red de trata de blancas, que también estaba relacionada con el tráfico de órganos. Esta mañana, las víctimas recuperadas fueron devueltas a sus hogares, brindándoles una segunda oportunidad para una vida digna y segura. Su valentía y compromiso han sido reconocidos con múltiples medallas de honor, incluyendo la Medalla al Valor y la Medalla de Servicio Distinguido. Sin embargo, en un gesto de humildad, el Mayor rechazó recibir estas medallas, sin dar ninguna declaración sobre su razón para rechazar incluso al mismo gobernador en sus intentos por hacerlo reconsiderar.. El agente del FBI y Coronel Mayor de la milicia, no solo es conocido por su destrez
—Ladras y ladras, pero jamás has podido decir una puñetera verdad— alegó Darek con Devan presionado contra su pecho. Su sobrino lo había dejado apenas hacía 10 minutos, diciendo que volvería veinte minutos después y en ningún momento dejaba que Cameron lo tocara. —Aprende a aceptar la verdad, porque esto que ves aquí tiene sangre Pierce. Perfeccionismo puro. —Ególatra ignorante —exclamó Cameron con el biberón. —Dámelo, no sabes ni cómo cargarlo. —Aléjate, trae el biberón —Moira se detuvo a media sala al llegar y lo primero que debía ver eran sus riñas de nuevo. —Que me des el biberón, inútil. Barlog y Benedicto Romano se vieron entre ellos al encontrarlos discutiendo por un bebé que se reía por los movimientos bruscos a cada nada. —Denme al bebé, lo terminarán asustando —intervino Moira, pero Devan solo sacudió sus muslos con una sonrisa enorme en sus labios. —Si continúan de esa forma, Kael nunca más nos dejará a cargo de mi nieto— reprendió contra ambos. Barlog le hizo muecas
—Bueno, me retiro, señores. Lucero puede necesitarme y también tengo que prepararme— avisó Audrey frente al parlamento del Imperio negro. La castaña se puso de pie y su marido enseguida lo hizo, mientras cada uno de los presentes enderezó postura, copiando las acciones de ambos. —¿Algo más de lo que deba estar al tanto? —Los asuntos que te implican ya los tienes, preciosa— Boris arrastró la silla para ella. —Ponte aún más hermosa de lo que estás, mientras acabo aquí. —Eres un increíble, cariño, —la mujer le tomó el rostro y estampó un beso, limpiando los restos de labial. —Ayudaré a mi suegra también, ¿necesitas que prepare lo que usarás? —Encárgate de tí, habrá quiénes hagan eso— Audrey asintió y se alejó de la mesa, con todos mirando hacia el suelo, rindiendo tributo a la mujer más importante para ellos, incluso que sus vidas. El rostro de Boris cambió significativamente en cuánto su esposa abandonó el salón. Una máscara de hielo abordó su cara y todos supieron que ahora no t
Nota: este extra inicia desde donde corté la escena(la luna de miel de Kael y Lina), pero tampoco quise borrar esa parte. ¡Que la disfruten! . . —Ni siquiera sabes qué es eso y te lo comes— le reprochó Kael a Lina después de verla morder una fruta que le dio una mujer que la había hecho comprarle. —Es mangostino. Ya escuchaste, deja de pelear conmigo y…¡Mira, piercings! Kael acordó encerrarla en cualquier otro lugar al que viajaran. Todo le parecía increíble. No tenía orden y caminaba sin ningún cuidado. Dos horas más tarde estaban frente a un grupo que bailaba con libertad y al que también se animó a unirse. Quería tenerla para él, pero también le gustaba verla así de libre. Sin nadie perturbando su emoción por todo. Mientras él, la admiraba como uno más, y a la vez el único que podía tocarla. Lina se movía entre las personas del lugar, resaltando los atributos que poseía. La joya en su abdomen brillaba y capturaba la atención de muchos, con sus caderas sacudiéndose al ritm
Cada vez que Kael pensaba que había visto todo lo que llegaría a gustarle, algo nuevo llegaba para hacerlo detenerse en su prisa por la vida y contemplarlo. Le sucedió cuándo vio a Lina entrando a la oficina, sujetando a Atila y con un bolígrafo con plumas. Volvió a pasar en su caminata por un parque al escaparse del retiro corporativo. Ocurrió al escucharla decir hablar con la boca llena por llamada, dándose cuenta de que pese a estar herido, su preocupación por ella, había surgido para ese momento. Se convirtió en el impulso de sus acciones, en el instante en que se enteró que Barrett se la había llevado y, sólo quería llegar a ella. Lo confirmó cuándo el tonto juego de decirse mentiras, llevó más verdades que lo que el juego en sí representaba. Y ahí supo que la quería para él. No importaba nada. Ahora veía a su hijo con un sonido particular que lo tenía con los ojos fijos en él. Devan se reía sólo, su risa era un sonido que se imponía sobre su entorno y con el gor
—Sólo necesita tu firma y automáticamente la unidad será independiente —exclamó Bishop frente a la asamblea. —Denver hizo la solicitud hace unos meses y fue aprobada. Ya cuenta con la firma del director de la unidad, el supervisor Talbot y la mía, —señaló mientras Kael leía el documento. —Felicidades, Mayor. Tiene lo que tanto quiso. —¿Pero? —cuestionó con cautela. Bishop rió al ver una prueba más de su desconfianza. —Ustedes siempre ponen peros. No sería raro que aquí haya uno. —Esta vez no. Puede leerlo. No hay cláusulas, ni letras pequeñas— resaltó Bishop. —Comprobamos que aunque sus métodos sean radicales, los resultados son mejores. El ministro insiste en la entrega de las medallas que ha obtenido por sus misiones estos meses— añadió, —este es nuestro reconocimiento por tantos aciertos. —Que se joda el ministro, no uso esas pendejadas ni como pisapapeles —estampó su firma en el documento. —Pero mi unidad la quiero enteramente para mí y ahora no debo darles informes que no cr
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