Margaret Queen recibe una visita inesperada un hombre peligroso; Nikolay Ivanov, que dice tener a su hermano cautivo y que éste le debe una enorme suma de dinero. Ella está dispuesta a todo con tal de librar a su hermano de manos de ese hombre de mirada profunda y endemoniadamente atractivo, quien la hace trabajar para él, deshaciéndose de sus rivales en el mercado más grande de narcotráfico de toda Europa. Margaret cumple su misión al pie de la letra, aunque ambos se encuentran atados de manos cuando el enemigo principal de Nikolay aparece y sospecha de las intenciones de su rival, por lo que éste tendrá que hacerla pasar por su mujer para despistarlo, aunque una inesperada atracción comience entre ellos hasta el punto de tener una intensa y apasionada relación, concibiendo así a un bebé.
Leer másLa noche fría y oscura era lo único que me mantenía en pie.
Me encontraba sola en mitad de la nada, luchando por avanzar hacia un lugar más cálido donde estuviera a salvo de las garras del frío nocturno y de algo más que oprimía mi pecho. —Está demasiado oscuro —susurré con temor. De repente, una luz golpeó de lleno mi rostro, dejándome sin ver nada más por un momento. Sentí un miedo terrible que se alojaba en mis entrañas hasta robarme el aliento. Cuando volví a abrir mis ojos para adaptarme a la reciente e intensa luz que ahora había en mitad de la noche, vi algo que me dejó más helada de lo que ya estaba: A unos pasos de mí, se encontraba mi hermano Mike, con la ropa sucia y rasgada, un pañuelo tapando su boca y sus ojos verdes de tono esmeralda, reflejaban desesperación. Quise llegar corriendo hasta él, pero una fuerza invisible me retenía. —¡Mike! Grité su nombre con fuerza, para después oír un golpe seco. Enfoqué mi mirada hacia Mike que ya no llevaba la mordaza y me mordí el labio con preocupación, a lo que él solo me sonrió con pesar, susurrando: “Lo siento”. Después de eso, las luces se apagaron a la vez que oía un grito desgarrador de mi hermano y algo líquido golpeaba mi rostro. Alcé la mano hacia mi mejilla para encontrarme con sangre en mis manos… Desperté entre jadeos y sudores fríos. Ya debería estar acostumbrada a las pesadillas, las tenía desde que mis padres murieron en aquel trágico accidente en el que solamente mi hermano Mike y yo habíamos sobrevivido. Últimamente aquella pesadilla en la que le perdía también a él, me torturaba sin parar. Quise encontrar una explicación lógica a mis pesadillas. Soñaba que hacían daño a mi hermano desde que él se fue de viaje a un país lejano y me había dejado sola en esta gran casa. Soledad. Suspiré resignada antes de mirar la hora en el reloj digital sobre la mesilla de noche. Comprobé con desesperación que solo eran las cinco de la madrugada y sabía que no podría volver a dormir. Quedé incorporada sobre la cama, pasando mis manos por mis ojos para espabilarme, pero no pude evitar pensar en Mike. Mi hermano había salido de viaje hacía un par de semanas y desde entonces no sabía nada de él, aunque intentaba por todos los medios localizarle día tras día. Solo deseaba que la pesadilla que me torturaba no se hiciera realidad porque si también le perdía a él después de todo lo que habíamos pasado, no sabía si sería capaz de soportarlo. Decidí levantarme y ducharme, a fin de cuentas en un par de horas tendría que ir al trabajo. Así que, tomé la ropa que usaría aquel día y me dirigí al aseo. Bajo el agua de la ducha, comencé a sentirme mucho mejor, aunque no del todo. Cuando me duché, me vestí con unos vaqueros oscuros, una camiseta blanca y una torera de rayas blancas y rojas. Después de eso, arreglé mi castaño y ondulado cabello peinándolo en una trenza lateral, maquille mi clara piel de un tono suave y me eché un poco de rímel para hacer más impresionante mi mirada de color verde esmeralda. Después de eso, usé un poco de perfume, me puse mis botines de color crema a juego con mi chaqueta de cuero de color crema, cogí mi bolso a juego y salí de casa. No tenía ganas de quedarme sola en casa durante más tiempo, no me sentía capaz. Tampoco me apetecía desayunar, no tenía hambre y es que estas pesadillas siempre me dejaban sin fuerzas. Así que, pensé en pasear por un parque cercano al lugar donde trabajaba hasta que llegara la hora de entrar. Era la jefa de marketing de una empresa de publicidad muy popular en New York, a pesar de ser de las trabajadoras más jóvenes de la empresa, ya que solo tenía 24 años, pero mi trabajo era algo que me hacía sentir muy orgullosa. Cuando me sentí mejor, ya era la hora de entrar al trabajo, así que eso hice. Me dirigí a un edificio de cristales oscuros que se alzaba imponente frente a Central Park. Cuando entré, Sasha ya estaba en su puesto de secretaria. Se sorprendió de verme llegar de primeras, pero no dijo nada sobre eso, simplemente nos saludamos y me dirigí a mi despacho para comenzar a trabajar. Estaba segura de que mantener mi mente ocupada me ayudaría a no pensar. —Señorita Margo, tiene una visita. —¿Tiene cita previa? —No, pero me ha dicho que quiere hablarle de un proyecto importante. —Está bien, dile que entre. Sasha asintió y salió de mi despacho para regresar junto a un hombre alto, trajeado y con gafas de sol que cuando retiró, dejó entrever unos preciosos ojos grises. Les sonreí, Sasha se retiró cerrando la puerta tras de sí y el hombre se sentó, mirando mi despacho con una sonrisa. —Es un placer conocerte al fin, Margaret. Mike me ha hablado mucho de ti. Creía conocer a todos los amigos de mi hermano, pero cuando este hombre me habló sobre él, tuve un mal presentimiento: —¿De qué conoce a mi hermano? —He hecho algún que otro negocio con él. Fue entonces cuando me di cuenta de que aunque ese hombre hablaba un perfecto inglés, no era inglés ni americano… Me fijé en más rasgos de su apariencia y tuve la extraña sensación de que el negocio que mi hermano había ido a hacer a Rusia no había salido demasiado bien. —¿Qué quería tratar conmigo? —Mi nombre es Nikolay Ivanov y vengo de un hermoso país conocido como Rusia. Tu hermano Mike ha tenido la mala suerte de no poder pagarme por un negocio y bueno… —¿Qué le ha hecho a mi hermano? —lo interrumpí con un nudo en la garganta. —Mike está perfectamente, de momento —sonrió ampliamente—, pero estoy seguro de que comprendes mi situación. Todos queremos cobrar por nuestro trabajo. —Eres un hijo de… —Margaret, ese lenguaje no es propio de una señorita… —¡Cómo le haga algo a mi hermano…! —estaba comenzando a cabrearme. —Relájate, Margaret. Si estoy aquí es porque estoy seguro de que podrás ayudar a Mike a que me pague y sino… Bueno, ya veremos. —¿Cuánto dinero necesita? —Cien mil dólares. —¡¿Qué?! —casi se me cayó la mandíbula al piso. —Nos veremos mañana por la noche en Central Park y espero que puedas pagarme lo que te pido porque sino, no habrá lugar donde puedas esconderte de mí. Y así sin más, Nikolay me sonrió, se puso sus gafas de sol y se marchó de mi despacho con una sonrisa. Ahora me encontraba en un debate moral. No tenía tanto dinero y no podría engañarle, pero tenía que hacer lo posible para liberar a mi hermano. Estaba desesperada, tenía que conseguir ese dinero y sabía que no tendría todo lo que necesitaba en tan poco tiempo, ¿cómo luchaba contra la desesperación, cómo conseguiría ayudar a mi hermano?Margaret A la mañana siguiente, me cambié de ropa y fui en dirección a la habitación de Katrina. Hacía ya algún tiempo que había instalado su cuna en la habitación de al lado y me sentía muy rara sin mi pequeña cerca. Aunque gracias a ella y a John, Nikolay estaba de nuevo a mi lado, y esta vez no iba a perderlo por nada del mundo. Había quedado con él en Central Park, pero antes tenía que darle de comer a Katrina y asearla.Entré en su cuarto y me acerqué a la cuna con una sonrisa… sonrisa que se congeló en mi rostro al ver la cuna vacía. Intenté no volverme loca, pero era muy difícil. Entonces, recordé la amable conversación que tuve con Mike y algo no encajaba. Jamás había querido hacer daño a una persona, pero supe que si encontraba al que una vez llamé hermano, me sería muy difícil no matarlo por haberse llevado a mi hija.Corrí hacia la sala y llamé a Nikolay, que me contestó al segundo tono. No pude evitar contarle los hechos precipitadamente. Él me pidió que le esperase y
NikolayTuve que viajar a Rusia detrás de una importante pista y resolver unos asuntos.Extrañaba muchísimo a mi mujer y a mi hija, así que mandé por ellos cuando me di cuenta que mis asuntos iban a retrasarme más de lo esperado. Luego regresamos una semana más en Nueva York, iba a ver a Margaret cada día cuando tenía un momento libre, ya que el resto del día me encontraba haciendo gestiones y trabajando como un loco para dejar todos mis asuntos resueltos. No quería condenar a mi hija a una mala vida y tampoco a Margaret, aunque aún no le daría esta noticia. En aquellos días no volví a ver a Mike y eso era un alivio. El muy cabrón me había suplicado piedad y aunque no solía dársela a nadie, pensé en Margaret y en lo triste que estaría si acabara con su único hermano, aunque fuera un hijo de puta.No es que me importara en lo más mínimo lo que él pensara, pero tenía que tenerlo vigilado de ahora en adelante, más que nada porque él amaba a Margaret, o eso decía. Además, estaba seguro
No conocía bien a los hermanos de Nikolay, pero la última vez que todos aparecieron juntos; había sido divertido, loco y abrumador a la vez.Algo en común que todos los hermanos Petrov tenían en común, era que les encantaba derrochar dinero y sobre todo, discutir entre ellos por cualquier cosa pequeña.Sí bien no habían tenido la oportunidad de viajar aún, los hermanos de Nikolay tenían fotos de Kat y ellos le habían enviado regalos hermosos, aunque me vi obligada a regresar uno que otro.Al parecer, Yarik creía que un collar y pendientes de rubíes eran apropiados para una bebé que no cumplía ni los dos años.Luego de que entendió el mensaje, se dignó a copiarse de los regalos a sus hermanas y enviaba juguetes y ropa. El único hermano que había tenido en brazos a la bebé Kat, era Levy. Nikolay actuó como si no le importara, pero no pudo ocultar del todo la sonrisa de su rostro.Pero mi hija no conocía a sus abuelos todavía y eso me aterraba un poco.Victoria y Alexey Petrov, como sie
Meses después Habíamos salido por un antojo de Margaret, la seguridad se había doblado, pero no había habido ningún contratiempo, excepto cuando mi mujer manifestó estar partiéndose en dos.Iba a morir de la desesperación, ver su dolor era como una agonía en llamas y la peor tortura del mundo, no quería pasar por nada parecido de nuevo. —Juro que voy a desmayarme —sentí que sudaba frío en el auto, ningún guardaespaldas u otro miembro de seguridad podía impedir que estuviera a punto de quedarme petrificado en pleno asiento—. ¿Estás bien? ¿Margaret?—Sólo conduce —habló con dientes apretados, temblando de pies a cabeza.Su respiración era errática, el sudor perlaba su frente y los quejidos (y gritos) que soltaba demasiado a menudo para mi gusto, me tenían a punto de tener un síncope. —Margaret…—AAAAAAAAAAAHH, ¡conduce, maldita sea! —pisé el acelerador, sintiendo mi cuerpo temblar por la expresión asesina que puso en ese momento. "¿A dónde se fue tu hombría, Nikolay Ivanov?", se bur
Suspiré luego de que se lo llevaran y volví sobre mis pasos hacia el hotel donde se quedaba Margaret junto a Katia y Kate.Margaret me abrió la puerta con un corto camisón de color blanco y una bata del mismo color. Tenía el cabello alborotado y una expresión de preocupación en la cara.Me abrió aún más la puerta y me permitió pasar. Después la cerró a mis espaldas y se me adelantó, para darme un apretado abrazo y sollozar sobre mi hombro.—¿Qué ha pasado? —inquirió.—Me he encontrado con tu hermano. Se me ha echado encima reclamándome mil cosas y…—¿Pelearon? ¿Estaba aquí por mí? —me miró con terror.—Estoy seguro que sí, lo siento —hice una mueca.—¿Por qué te disculpas? Mike se merecía un buen golpe y más, así que gracias —suspiró, sorbiendo por la nariz.—¿No te enfadarás? —la miré con curiosidad.—No, para nada. Sé que es mi hermano, pero lo que me hizo… —sacudió la cabeza, evitando hablar de ello.—Me lo imagino. Está celoso de mí porque él dice que te quiere…—Sí, no te lo cont
MargaretLa semana de vacaciones me había caído de maravilla, había disfrutado con Katia y su amiga Kate, ambas eran muy divertidas y me la pasé bien, pero estaba extrañando a Nikolay como una loca.—Margo, deja ese celular —me regañó Katia, mirándome con reproche—. De seguro está bien, sólo relájate y disfruta.Intenté hacerle caso, pero no salía de mi mente la idea de que estaba en un inminente peligro, aunque trataba de apartarlo de mi mente, porque no quería parecer una paranoica. Es decir, ¡estábamos en Barbados por amor de Dios!—Bien, ya voy —dejé el celular y no lo encendí. Katia no me dejaba hacerlo y de seguro Nikolay estaría echando humo por no responderle sus constantes llamadas. El sol era relajante, la música viciante y el olor a sal me refrescaba, así que me acosté en la tumbona y cerré los ojos, dejándome llevar por el sueño y las ganas de descansar de todo.Me desperté porque sentí que la brisa se había puesto más fuerte, me sobresalté un poco al notarme sola y fui h
Último capítulo