Cuando desperté a la mañana siguiente, actué por inercia.
Me vestí con aquel vestido de seda oscura que Nikolay había preparado para mí, a juego con lencería oscura y sugerente, y unos zapatos de tacón para no variar.
Me sorprendió seguir estando sola en la habitación o eso pensaba, porque cuando entré al baño, vi a Nikolay con una toalla en su cintura, secándose el pelo con otra toalla. El agua caía por su fuerte espalda y un temblor me recorrió.
Me alejé antes de que él me descubriera y me senté en el tocador. Tenía que tranquilizarme y dedicar mis pensamientos a otras cosas. Sí, eso es.
Me dispuse a maquillarme y peinarme y entonces, Nikolay salió del aseo, por suerte, ya vestido. Suspiré aliviada de verle con traje y me causo gracia ver como luchaba con la corbata.
—Parece que ya estás mejor —parecía algo nervioso—. Insisto en que lamento el golpe de ayer…
—Olvídalo, Nikolay —respondí rápidamente y de manera fría.
—No volverá a ocurrir —prometió.
Pensé que lo mejor por ahora e