Oriana
Corría como si mis piernas pudieran dejar atrás el dolor, los celos y la rabia que me provocó saber que Stephan tenía a alguien más.
Me moví casi sin poder respirar a través de la tierra húmeda, el barro pegajoso y las ramas que me arañaban los brazos. Con tal de no estar cerca de esa odiosa mujer.
Sabía que estaba mal, que era infantil y poco racional. Pero era su culpa, él me hacía sentir todo el tiempo en el ojo de un huracán emocional. Todo era más intenso, descarnado, cuando de Stephan se trataba y no tenía una explicación lógica para ello.
Siempre, intentaba ser racional y mantener la dignidad. Aunque al parecer de esa mujer solo quedaban despojos y emociones descontroladas.
Continué alejándome.
El bosque era un laberinto de sombras y siluetas deformes.
No me di cuenta de ello, hasta que estuve tan lejos de la cabaña que solo veía árboles y follaje a donde fuese que mirase.
Pronto, comencé a sentirme agitada y agotada. Sin embargo, a pesar de que el aire me cortaba los pu