El aire de la madrugada era fresco, pero la tensión que se respiraba entre el grupo hacía que cualquier sensación de calma resultara efímera. Aurora estaba sentada en el salón principal, rodeada de mapas y pergaminos esparcidos sobre la mesa. A su lado, Damien discutía con Freya y Kael sobre los riesgos de la misión propuesta por Vincent. Todos parecían conscientes de que la decisión que tomaran en ese momento podría cambiar el curso de su lucha contra la Orden.
Aurora permanecía en silencio, pero su mirada hablaba por ella. Desde el instante en que Vincent había revelado el alcance de su conocimiento sobre la Orden, supo que no podía quedarse atrás. A pesar de las advertencias de Damien y las dudas de Kael, estaba decidida a unirse a esta misión.
—Es demasiado peligroso —insistió Damien, cruzándose de brazos frente a Aurora, su postura rígida y protectora. —Tú no vas, Aurora. No mientras estés embarazada.
Aurora lo enfrentó, su voz serena pero firme. —¿Y qué pasa si esto es lo que ne