El estruendo de los tambores de guerra resonaba en el horizonte. El cielo, ennegrecido por la energía oscura que emanaba de la Orden, se cernía sobre ellos como un presagio de destrucción. Aurora y Damien estaban en el frente, rodeados por sus aliados, con la mirada fija en la silueta de Eris, quien los observaba desde la colina con una sonrisa cruel.
Aurora sintió cómo su magia respondía al peligro, burbujeando dentro de ella con una fuerza incontrolable. Su vientre palpitaba con energía, y por primera vez, sintió que el bebé dentro de ella también reaccionaba.
Damien la miró de reojo, sus ojos rojos brillando con determinación.
—Nos aseguraremos de que no viva para ver otro amanecer.
Aurora asintió. Había llegado el momento.
El Caos Desatado
La batalla estalló como una tormenta. Flechas encantadas surcaron el aire, impactando contra los escudos de energía de los guerreros de la Orden. Damien se lanzó hacia adelante con una velocidad sobrehumana, su espada cortando a través de l