El refugio bajo tierra estaba sumido en un silencio pesado. La única luz provenía de los cristales incrustados en las paredes, lanzando destellos azulados que hacían que las sombras danzaran alrededor del grupo. Había una tensión latente en el aire, una energía que anunciaba el inminente enfrentamiento.
Damien estaba de pie en la entrada de la cueva, observando el oscuro túnel que los llevaba hacia el exterior. Su mente estaba en otro lugar, calculando cada posible resultado de lo que estaba por suceder. La venganza no era suficiente. No esta vez.
La Orden debía pagar.
No solo por Vincent. Por todo.
Kael se acercó, cruzando los brazos con expresión seria. —¿Estás seguro de esto? No podemos permitirnos otro error. Si atacamos sin estrategia, podríamos perder más de lo que ganaríamos.
Damien lo miró de reojo. —La estrategia es simple: entramos, matamos a quien sea necesario y conseguimos información sobre los movimientos de la Orden.
Freya resopló desde donde estaba afilando