14. Tú, mi obsesión.
No estaba siendo sencillo sentirme a gusto en aquella idílica noche de verano. Acompañado por un grupo de nuevos conocidos y familiares lejanos, caminé por la avenida que bordeaba la costa con ese pesar en el pecho, que llevaba acompañándome la semana. Suponía que el resentimiento tenía parte de culpa después de todo, me decía intentando curar parte de mi ego herido.
Busqué la manera de sacar mi lado amable y conciliador para formar parte de las conversaciones y las bromas, algunas a mi costa, y a pesar de no ser del todo capaz de sentirme cómodo hablando de mi vida personal ante un desconocido público.
—Bueno primo, ya está bien de hablar de trabajo. Ahora tienes que contarnos cosas de las chicas inglesas, estoy seguro que habrás ligado mucho por esos lares durante estos dos años.
Sonreí quitándole hierro al asunto mientras notaba que todos centraban su atención en mí con mayor curiosidad. ¡Mala idea! pensé, pues no me gustaba fardar de mi éxito con las mujeres, y menos tras ha