48. Un atisbo de esperanza.
—A ver guapetón ¿acaso crees que mi reinita me darías detalles a mí? Ella me conoce como si me hubiera parido, y sabe de sobra que soy una enamorada de la idea del amor. A pesar de adorarla y que, yo mismo le aconsejé que mirara por su propio bienestar. Cariño —prosiguió con sus explicaciones a modo de monólogo — ¿quién esperaría este cambio repentino en los acontecimientos? Ahora no me queda otra opción que ser tu cómplice, y eso también es lo que temería mi amiga.
— ¡Pues piensa Richy! —insistí sin disimular mi desespero —, tiene que haber algo que se nos esté pasando por alto...
—Ay —murmuró como en una tragicomedia —, quien me iba a decir a mí que en plena luna de miel iba a estar en modo detective súper sexy, en el rescate de una novia a la fuga...
— ¡Richy! por favor —dije haciendo notoria mi acortada paciencia —, necesito que te tomes esto en serio...
—Sí, sí, perdona es que mi marido en bañador me distrae demasiado —bromeó dramáticamente, a pesar de que yo no tuviera