El regreso a la planta baja estuvo teñido de una extraña mezcla de alivio y aprensión. Aunque el sótano parecía ahora pacificado, la casa seguía vibrando con una presencia sorda e ineludible. Cada paso de los sobrevivientes resonaba en los pasillos, mientras una tensión invisible pesaba sobre sus hombros.
Alice, siempre reservada, observaba a Léa y a Lucas, con pensamientos visiblemente atormentados por las recientes pérdidas. Mathias, por su parte, se había mantenido concentrado en las imágenes grabadas en su mente; parecía decidido a explorar aún más las inscripciones y su significado.
— Estos muros… cuentan una historia, —murmuró Mathias, señalando un motivo grabado a medias borrado cerca de la entrada del salón—. Pero aún no la hemos reconstruido.
Lucas asintió, recobrando determinación. — Entonces sigamos buscando. Si esta casa aún tiene respuestas, debemos hallarlas. Y debemos entender lo que nos oculta.
Léa, en silencio desde hace un momento, se concentró en una serie de símbol