Un grupo de amigos, en busca de un respiro que los aleje de la rutina diaria, alquila una casa aislada a orillas de un lago misterioso para pasar unos días. Al principio, el lugar parece un remanso de paz, ideal para relajarse, pero poco a poco fenómenos extraños comienzan a perturbar esa tranquilidad. Se va revelando, de forma escalonada, la presencia maligna que acecha, vinculada al oscuro pasado de la casa y del lago, y que juega sin piedad con sus miedos y secretos más profundos. Día tras día, la atmósfera se torna cada vez más opresiva, las tensiones personales entre ellos se intensifican, y los amigos se ven inmersos en una espiral de terror de la que parece no haber escape. Mientras luchan por entender qué les está sucediendo y buscan desesperadamente una vía de salida, salen a la luz veraz las verdades sobre las tragedias del pasado y el siniestro vínculo que une la casa con esas desgracias. La amistad que los une, puesta a prueba de manera extrema, se convierte en su única esperanza para sobrevivir… aunque no todos saldrán de ese lugar indemnes. Con la sombra del lago proyectándose persistentemente sobre ellos, la línea que separa la realidad del horror se vuelve cada vez más difusa.
Leer másLa luz que rodeaba a Sarah se extinguió suavemente, revelando que ahora estaba sola. La casa, aunque inmóvil, parecía haber cambiado. La tensión que pesaba sobre los muros, las inscripciones y el aire mismo se había apaciguado. Sin embargo, ella sabía que se había pagado un precio, y ese precio la perseguiría dondequiera que fuera.Sarah se mantuvo de pie junto al lago, con las piernas temblorosas. La casa ya no resonaba con murmullo alguno ni pulsaciones, pero ella sabía que aquella calma no era un adiós. Era un recordatorio, una promesa silenciosa de que aquel lugar formaría parte de ella para siempre. Alzó la vista al cielo, en busca de un signo, de un mensaje.El viento sopló suavemente, haciendo ondular el agua del lago. Cada movimiento parecía cantar, susurrando algo que Sarah no podía comprender por completo, pero que sentía profundamente.—Alicia —murmuró, con los labios temblorosos—. Tú elegiste quedarte. Nos liberaste. ¿Pero a qué costo?Se alejó lentamente del lago, arrastr
La noche había caído, pero el lago no dormía. Alicia y Sarah se encontraban junto al agua, la mente invadida por una extraña energía que vibraba en el aire. Los eventos anteriores habían fracturado su certeza y su valor, pero sabían que aún les quedaba una batalla por librar. Esta vez no huirían. La casa y el lago ya habían cobrado suficientes vidas, y era hora de romper ese ciclo.Alicia fijó la vista en el agua, los puños apretados. Las ondas en la superficie respondían a su mirada, como si el lago la llamara de nuevo. Inspiró profundamente, con la voz quebrada.—Hemos perdido demasiado —murmuró—. Melania, Hugo, Lucas… Marc. Y ahora esta casa quiere arrebatarnos también. Pero no podrá. Esta vez no.Sarah, con los brazos cruzados, observaba el bosque que las rodeaba. Los árboles parecían más cercanos que antes, sus sombras alargadas fundiéndose con el lago.—Estamos atadas a este lugar —dijo en voz baja—. Aunque dejemos la casa, aunque huyamos… siempre estará con nosotras.Alicia se
El viento soplaba suavemente sobre la superficie del lago, inmóvil y apacible, pero quienes estaban en sus orillas sabían que aquella calma era solo de fachada. Alicia, Marc y Sarah, los tres supervivientes que habían abandonado la casa, contemplaban el horizonte aún atónitos por lo vivido. Detrás de ellos, el bosque, la casa y el lago conservaban parte de su esencia, como si se negaran a liberarlos por completo. Aquella presencia latente les recordaba que su escape podría no ser definitivo.La luz del amanecer se filtraba entre los árboles sin llegar a calentarlos. Marc se dejó caer con pesadez sobre una roca, apoyando los codos en las rodillas y sosteniendo la cabeza entre las manos. Alicia, de pie a su lado, cruzó los brazos mientras sus dedos temblaban, traicionando su ansiedad. Sarah permanecía sentada junto a un tronco, abrazándose las piernas, sumida en sus pensamientos.—¿Y esto es todo? —murmuró Marc—. Estamos fuera… ¿pero a qué precio?Alicia guardó silencio unos instantes a
La extraña sala donde se encontraba el grupo se asemejaba a una manifestación de la propia casa: un espacio a la vez real e irreal, donde el tiempo y las leyes físicas parecían desvanecerse. Los espejos rotos en las paredes reflejaban sus rostros, pero los reflejos parecían ligeramente deformados, proyectando versiones de sí mismos cansadas, atormentadas o… diferentes.Lea dio el primer paso, con la mirada fija en el círculo luminoso en el centro de la sala. La luz pulsaba suavemente, emitiendo una energía que parecía vibrar en sus huesos.—Esta casa quiere que decidamos —murmuró ella—. Pero esta elección… no es un simple “sí” o “no”. Quiere que entendamos lo que implica.Alicia se apartó de los espejos, con una mirada desconfiada dirigida a Lea.—¿Entender? Lo único que entiendo es que esta casa nos ha manipulado desde el principio. Juega con nuestras vidas, con nuestros miedos… ¿Y ahora quiere que tomemos una decisión final?Matías, siempre atento, observaba las grabados en el suelo
El sótano estaba sumido en un silencio opresivo, pero el grupo sabía que ese silencio no era una victoria. Era una pausa, un instante suspendido antes de que la casa revelara su verdadero plan. Los grabados en las paredes, aunque ya apagados, parecían vigilar a los sobrevivientes; sus formas inmóviles proyectaban una energía aún palpable.Alice, con los brazos cruzados, andaba dando vueltas cerca del sello. Sus ojos lanzaban destellos de ira y miedo. — ¿Por qué seguimos aquí? —gruñó—. Hemos hecho todo lo que ella quería. ¿Por qué no nos deja ir?Marc, apoyado en la pared, negó con la cabeza. — Quizás ella no quiere que nos vayamos… o quizá nunca lo quiso.Mathias, fatigado pero atento, murmuró: — No… No es eso. Este lugar… este ritual… Ellos esperan algo. Una decisión. Un último acto.Lucas, en el centro del círculo, con los ojos cerrados, respiraba lentamente. Sentía el peso de sus vidas en sus manos. Y sabía, en lo más profundo, que el precio final sería terrible.De repente, un esc
La noche caía suavemente, envolviendo la carretera en un manto de oscuridad. El grupo de supervivientes, aún en estado de shock tras su fuga, se había detenido en una pequeña ciudad para intentar recomponer sus esprits. Pero una extraña fuerza parecía seguir arrastrándolos hacia su punto de origen. Las horas pasaban, y esa sensación de atracción misteriosa se volvía insoportable, como si sus almas estuvieran vinculadas a la casa y al lago.Lucas, sentado en una austera habitación de hotel, miraba fijamente la pared en silencio. Léa se encontraba junto a la ventana, observando las débiles luces de la calle. Alice caminaba nerviosamente por la habitación, incapaz de calmarse. – No es normal, dijo bruscamente. Esa sensación… es como si algo nos estuviera llamando, una y otra vez.Lucas asintió, aunque parecía reacio a hablar. – Yo también la siento, murmuró. Y no es solo una sensación. Es una certeza. Esta casa no nos ha dejado ir por completo.Mathias, sentado en la cama, se pasó una ma
Último capítulo