Los últimos días habían sido maravillosos. Desde aquel episodio entre Carla e Isidora, la nueva novia de mi mejor amigo y yo nos habíamos vuelto muy amigas en muy poco tiempo. Incluso, un día que decidimos ir al cine juntas, nos encontramos con Kat y Demian, quienes se unieron a nosotras y terminamos los cuatro viendo la misma película.
Carla era una chica fácil de querer: espontánea, directa y leal. No tardó en caerle bien a Kat, quien, a pesar de ser hermana de Isidora, no compartía para nada su reacción aquella tarde en la heladería.
—¿Harás una fiesta por tu cumpleaños? —preguntó Germán, lanzándome una mirada curiosa mientras ambos estábamos tras la caja registradora de la tienda, en espera de que entrara algún cliente.
—Claro que sí —respondí, guiñándole un ojo con picardía—. No todos los días se cumplen veinticinco.
—¿Cuándo es eso? —preguntó con interés.
—Mañana —dije, con una sonrisa entusiasta.
—Supongo que estoy invitado a esa fiesta… —dijo arqueando una ceja.
—No lo sé...