Había quedado agotada luego de la salida con Carla por el centro comercial. Habíamos caminado muchísimo, pero a pesar del cansancio físico, y de todo el desastre que había ocurrido con Isidora a medio día, me sentía extrañamente feliz. Hacía muchísimo tiempo que no tenía un día de chicas, y con Carla me había sentido completamente cómoda. Casi como si la conociera desde siempre.
Después de darme una ducha caliente, fui a mi habitación a buscar la ropa para el trabajo del día siguiente. Rebuscaba en mi armario medio enredada con una toalla cuando mi celular comenzó a sonar. Contesté sin mirar el identificador, apoyando el teléfono entre mi hombro y mi oreja mientras intentaba desdoblar un pantalón limpio.
—Hola —saludé distraída.
—Hola, ¿cómo estás, Fran? —La voz masculina al otro lado de la línea me paralizó por completo.
Era él. Phillip.
Un cosquilleo subió por mi estómago directo a mis mejillas, que comenzaron a arder como si me hubieran puesto al sol.
Me senté de golpe en la cama,