"No le falta nada..."
Al mirar distraídamente a través del ventanal de la joyería, Alejandro alcanzó a ver la silueta de Luciana pasar, y no podía equivocarse - después de siete años juntos, la forma de su cuerpo estaba grabada en su memoria hasta los huesos.
—Voy un momento al baño, vigila mientras tanto —dijo antes de salir a grandes pasos de la joyería.
Corrió en la dirección por donde había pasado Luciana. La encontró parada frente a un puesto de flores, donde ella observaba con atención, aparentemente queriendo elegir un ramo. Recordó cómo antes, cada vez que llegaba a casa, la encontraba ocupada en la cocina y siempre había flores frescas sobre la mesa. Incluso cuando tenía un mal día en el trabajo, volver a casa le traía paz, pero ahora ni siquiera le gustaba regresar - la empleada ni siquiera podía mantener la limpieza básica, lo cual le irritaba tremendamente.
Después de una breve pausa, se acercó a ella.
Mientras Luciana dudaba entre los girasoles y las margaritas, el florist