Sebastián sonrió un poco, él no iba al despacho, pero nunca dijo que no la iba a ver.
—¿Esto es el despacho?
Luciana se rio un poco, ya ni se acordaba.
Solo culpaba a que el despacho y su casa estaban demasiado cerca.
—¿Y tú tan apurada, a dónde vas?
Luciana fue sincera.
—Me llamaron, parece que pasó algo con mi primo, tengo que volver.
—Te acompaño.
Luciana dudó un segundo.
Todavía no quería meter a Sebastián con su familia.
Eso sería como anunciar a todos quién era él.
Apenas iban empezando.
No sabía a dónde iba a llegar todo esto.
Así que no quería que Sebastián se metiera tanto en su vida.
Sebastián, como si leyera lo que pensaba, bajó la mirada, y se le apagó la emoción.
Se mordió el labio, y después de un rato, dijo:
—¿No puedo estar contigo o qué?
—No es eso —Luciana intentó explicar rápido—.
—Te estás haciendo ideas, yo solo…
—Solo…
Se dio cuenta de que no sabía cómo decirlo.
En ese momento, su celular volvió a sonar y al contestar, la apuraron para que volviera.
Ya no tenía ti