Luciana giró la cabeza, sin prestarle mucha atención.
Su atuendo serio y profesional, junto con su cabello corto, le daba una belleza que imponía, difícil de alcanzar.
Por primera vez, Alejandro sintió que había una distancia real entre ellos.
Era como si Luciana estuviera muy, muy lejos de él. Ya no era la mujer que él conocía.
Su cara era la misma, pero toda su aura había cambiado.
Antes era dulce, comprensiva, atenta.
Ahora era una belleza inalcanzable.
—Tú me prometiste que íbamos a volver —le dijo, mirándola fijamente.
Luciana alzó una ceja, sonriendo un poco.
—¿Yo dije eso?
—En el receso, ¿ya lo olvidaste? Nosotros...
—Preséntame una prueba —lo interrumpió, con tono cortante.
No había dicho nada que pudiera usarse en su contra.
Solo había insinuado algo.
Alejandro entrecerró los ojos.
—¿Me estabas manipulando?
—Creo que tú, licenciado Alejandro, me malinterpretaste. Pero dime, ¿qué fue exactamente lo que hice para manipularte? — dijo Luciana, con una sonrisa radiante.
Alejandro a