Capítulo 39

Cuando escuché que se abría la puerta principal del edificio. Una voz familiar, grave y segura, se acercaba conversando con la recepcionista.

**No. No. No puede ser.**

Sentí que la sangre me abandonaba el rostro. Me puse de pie instintivamente, con una carpeta en la mano, como si eso pudiera esconderme. **Pero era tarde.**

—**¿Ana?** ¿Tú? ¿Tú qué haces aquí? —preguntó mi papá, deteniéndose en seco frente a mí, con una expresión de total sorpresa.

—Cuando me hablaste de un trabajo… no pensé que era *este* —agregó, frunciendo el ceño, visiblemente desconcertado.

—**Señor Gutiérrez, lo estaba esperando** —intervino Fabián, saliendo de su oficina con una sonrisa irónica, como si disfrutara cada segundo de esa incomodidad.

—Mucho gusto, Fabián —respondió mi papá, aún sin ocultar su incomodidad, mientras le estrechaba la mano con firmeza.

Los dos caminaron hacia la oficina privada. Antes de que entraran, Fabián se giró hacia mí y, con esa mirada que conocía tan bien, lanzó su puñalada disfr
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