Capítulo 124

—Si te vas ahora, Fabián… —mi voz salió temblorosa, pero firme al mismo tiempo—. Te lo juro, no volveremos a estar juntos nunca más.

Él se detuvo en seco, la mano aún en la manija de la puerta. Giró hacia mí con esos ojos que siempre me habían atravesado como cuchillas.

—¿De qué hablas, Ana? —su tono era helado, arrogante, hiriente—. Tú ya eres feliz con Matías, ¿qué ganas con volver a enredar vidas?

Mis lágrimas me nublaban, pero respiré profundo. Ya no podía guardarlo más.

—De una vez por todas, recuerda… —mi voz se quebró, pero lo dije—: el bebé que estoy esperando es tuyo, Fabián. Es tu hijo.

El silencio que se hizo fue brutal. Gerard me miraba con los ojos abiertos de par en par, sin atreverse a decir palabra. Matías apretó los labios, sorprendido, como si incluso él no hubiera esperado que yo lo dijera así, tan de frente.

Fabián endureció el rostro. Sus cejas se fruncieron, sus labios se tensaron y sus miradas se oscurecieron como tormenta.

—Tú no puedes… —gruñó, con un tono de
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