Sofía nunca imaginó que llegar a este momento sería tan doloroso. Después de días analizando la información que Alfredo le había entregado y procesando lo que había descubierto sobre Max, sintió que su mundo se derrumbaba. No era solo una traición empresarial o emocional. Era la revelación de un hombre quebrado por dentro, moldeado por un pasado que él mismo había tratado de enterrar. Max Smith no era únicamente el hombre que la había herido: era un niño marcado por las exigencias de un padre implacable, por una vida en la que el amor era una moneda que se ganaba con éxito, no con sinceridad.
Y aunque entender su historia la ayudaba a verlo desde otra perspectiva, no borraba el dolor. No anulaba las noches de insomnio, los recuerdos de su humillación, ni el fuego del resentimiento que aún ardía dentro de ella. El perdón no era algo que Sofía pudiera dar fácilmente. Y mucho menos a quien había roto su corazón más de una vez.
Esa tarde, mientras el cielo se tornaba naranja sobre la ciud