Elara y Cassian regresaron a la unidad de guardia en un silencio cargado de electricidad. La adrenalina del enfrentamiento con Marcus Sterling aún vibraba en el aire, pero la tensión emocional por la reciente confesión de Cassian y la mentira de Ryan se sentía mucho más pesada que cualquier amenaza administrativa.
Cassian cerró la puerta de golpe, su respiración agitada. Se quitó la chaqueta y la arrojó sobre el sillón.
—Desobedeciste una orden directa, Elara —dijo Cassian, sin levantar la voz, pero con una frialdad que helaba la sangre—. Te dije que te quedaras.
Elara, que estaba tecleando furiosamente en el panel de control para activar el cifrado de sus archivos, se enderezó para enfrentarlo.
—Mi aparición fue una maniobra táctica, Cassian —replicó Elara, sin inmutarse—. Si me hubieras ocultado, Sterling habría confirmado su sospecha de que estamos conspirando. Al actuar como tu asociada, distante pero presente, lo obligué a tratarme como una subordinada, no como una aliada secreta