34. Oscuridad

Entramos a la habitacion de invitados donde me estoy quedando, miro a Elara, se ve nerviosa y cuando esta asi se ve muy comestible como caperucita roja, ​—Quizá —le digo, besando su cuello—. confio en ti, Alex. La ternura me desarma.

​—Esa es la idea. que sepas que en todo momento estaras segura conmigo. —ya que estás confiando, quiero que me permitas el juego que te asustó.

​Siento el nudo en mi estómago, pero esta vez, la curiosidad es más fuerte que el miedo. El miedo no está en sus ojos. solo nervio y curiosidad.

​—¿Qué quieres usar? —me pregunta, su voz es un hilo.

​Éll me mira, sus ojos son intensos. —Solo el antifaz y las esposas, Elara. Y solo si tú me lo pides en cualquier momento. El látigo queda prohibido. Te lo prometo.

​Asiente. La simple promesa de exclusión me da el permiso que necesito.

​—Sí —contesta. Es un susurro, pero es mi pase verde.

(ELARA)

​Alex se levanta y va al baño. Escucho el agua. Me acuesto, sintiendo la adrenalina. Vuelve a los minutos envuelto en una t
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