DALTON
La tensión entre mi tío John y yo era tan densa que se podía cortar hasta con mi propia respiración pausada, él sabía que mi Lía era la Lía que él estaba buscando. Sentía el pulso en el cuello, la adrenalina mezclada con la urgencia de llegar a mi chica. Pero no me iba a achicar. Él quería guerra; pues le iba a dar batalla. Apreté la manija del auto con una calma tan fingida que hasta yo me la creí. John dio un paso más cerca, la sombra de sus palabras aún flotando entre nosotros.
— No te vayas solo, Dalton. Me vendrá bien un paseo. Además, nunca se sabe quién puede necesitar protección, ¿no crees? —Me dijo tratando de intimidarme.
Lo miré de frente, sin perder ni un segundo la sonrisa, y con ese descaro que Amanda siempre me dijo que era “marca registrada Keeland”, le solté.
— Ya veremos, tío. Las cosas siempre han estado a mi favor —. Le guiñé el ojo, seguro de mí, sintiendo cómo, por un instante, la seguridad lo descolocaba. Vi cómo el brillo de sus ojos cambiaba, como si po