-¿Cómo que nada? Dime qué te hizo, ¿por qué terminaron? -Claudia estaba harta del
hermetismo de su hijo.
-No quiero hablar de eso.
-Entonces pídele a Dios que no me la cruce, porque me va a oír, algo te hizo para que te
pusieras así.
-Fui yo quien le hizo a ella, ¿ya? Fui yo quien le hice daño -contestó de mala gana.
Santiago sabía a la perfección que su madre sería incapaz de insultarla, cuando mucho la
ignoraría en toda norma, pero, aun así, decidió confesarle eso para que lo dejara en paz.
-¿Qué hiciste, Alejandro?
-Me voy a dormir. Bendición -dijo cortante, no quería discutir.
-Santiago Alejandro... -Claudia vio cómo su hijo se alejaba en dirección a su habitación-. Dios te bendiga -agregó suspirando molesta, como siempre, no le contó nada.
Los días siguientes, fueron un mutismo total. Christina se dio cuenta de que lo que había hecho de alguna forma movilizó algo en Santiago, este no volvió a llamarla, ni a escribirle y descubrió que eso le sentaba aun peor. No paró de hablar de