Marcó el número de Christina y esperó que esta contestará el teléfono, pero no lo hizo. Permaneció acostado en el sofá con una sensación de vacío, como de tener los brazos y las piernas amputadas, por no poder hacer nada para cambiar la realidad que vivía, que lo sofocaba dolorosamente.
Volvió a marcar y rogó a los cielos poder escuchar su voz. Cuando Christina contestó, el estómago se le encogió e hizo que se sentara de golpe, buscando una postura adecuada para poder hablar.
-Hola -dijo con la voz ronca, logrando que a ella le temblara el cuerpo al escucharlo.
-Hola -contestó Christina, intentando ahogar un sollozo.
-No llores, mi amor, no llores por favor -rogó compungido.
Santiago escuchó cómo Christina hacía lo opuesto a lo que le había pedido. La escuchó llorar un par de segundos y eso le desgarró el alma, haciéndolo sentir culpable. Cuando quiso volver a hablar ella colgó el teléfono, dejándolo con un te amo, un perdóname, un déjame explicarte tantas cosas en los labios. Dejó ca