El asco también pasó a un segundo plano, dejando a la melancolía ganar terreno poco a poco. El desgano impregnaba el ambiente, era una abulia perenne e insoportable. No podía dormir y cuando conseguía hacerlo, muchas veces terminaba soñando con él, circunstancia que le generaba profundos sentimientos encontrados. En el día sufría por Santiago, en las noches lo amaba como si no hubiese pasado nada. Santiago, tampoco conseguía sosiego, sus aflicciones estaban acabando con su raciocinio.
Nada tenía sentido, solo Christina. La amaba tanto, que su ausencia lo estaba enloqueciendo. Roswel lo instó a entrenar, porque en algo tenía que quemar tanta energía. De esa manera comenzó a realizar extenuantes rutinas de ejercicio, buscaba con desespero el no pensar, aunque fuera por un par de minutos. No pretendía olvidarla, sabía que estaba grabada a fuego en su mente, solo buscaba unos segundos de tranquilidad, pero ella estaba en todas partes. De repente, en la radio solo había canciones de Ella F