—Santiago es que no sé qué decirte… Una parte de mí quiere decirte que sí y no sé qué decirte.
Christina no consiguió decir nada más, así que se alegró cuando él comenzó a hablar.
—Hagamos algo. Si quieres, guarda tu número telefónico en mi teléfono celular. Yo te invitaré a salir otra vez dentro de unos días. Tal vez, entonces tengas claro si quieres o no hacerlo. Si la respuesta resulta negativa, pues no te llamaré de nuevo y créeme que no habrá ningún tipo de resentimientos. Cuando vengas por acá, por la tienda te trataré como a cualquier otro cliente. ¿Te parece?
—Dame tu teléfono —contestó ella de inmediato, mientras juntaba los labios para evitar
Sonreírse. Santiago sacó el teléfono del bolsillo para entregárselo. Christina tecleó y se llamó a sí misma, rectificando haber escrito su número correctamente. Luego guardó el contacto y le entregó el teléfono, siendo ella la que le rozó la mano y los dedos a propósito esa vez.
—Buenas noches, Santiago —dijo mirándole a los ojos fijame