Sentía algo detestable muy en el fondo de su corazón, no le gustaba, así a la fuerza, nada podría ser lindo. Trató de apartarlo pero en lugar de ceder, hacía lo contrario, con su mano derecha volvió a tocar su pierna pero subía hasta mi intimidad sin frenos, el corazón de la pobre América se aceleró y el miedo reemplaza cualquier otra sensación.
—Dejame, estás loco —le gritó y trató de quitarlo de encima de su cuerpo, pero Jader se aferró a ella mordiendo muy fuertemente el pezón, por lo que asustada, desespera y con mucho dolor, comenzó a gritar sin parar—, déjame —gritó lo más fuerte que podía para que alguien le escuche.
Jader dejó sus pechos para subirse encima de mi, le rompió el vestido, por lo que ella no dejaba de gritar, él le soltó una bofetada, al instante un ardor invadió el dulce rostro de ella y las lágrimas comenzaban a salir sin parar.
Además de miedo sentía rabia y volvía a gritar con todas sus fuerzas, pero aprecia que nadie la escuchaba.
—Auxilio, Consuelo —grito l