América se estaba dando una ducha rápida antes de bajar a la sala de estar, donde Jader la esperaba para pasar la tarde juntos. No le creía del todo su supuesta disculpa, pero prefería mantener la fiesta en paz. Después de todo, Nathan le había dado la misma autoridad que a Jader, y no pensaba dejarse pisotear por él. Quizá ese era, en el fondo, el verdadero motivo de su invitación: asegurarse de que no hubiese guerra. Y por ella, tampoco la habría… si eso implicaba conservar su lugar.
La casa era enorme. En el segundo piso se distribuían cinco habitaciones, cada una del tamaño de una casa en países en desarrollo. No conocía aún el cuarto de Nathan, pero se veía más amplio que el suyo. También había un pequeño lobby y un baño para visitas. En la planta baja, además de dos cuartos de lavado y la habitación de Consuelo —la única empleada que dormía dentro de la mansión—, se encontraban un amplio lobby frente a las escaleras, una sala de estar con pantalla gigante, sofás modernos, una me