Capítulo: El cuarto nuevo no borra lo vivido
Al llegar a la casa de Nathan, las enormes puertas de hierro se abrieron con agilidad, permitiéndoles el paso. El auto avanzó por el amplio camino hasta detenerse frente a la entrada principal. Nathan ya los esperaba, acompañado por dos hombres que, por su porte y uniforme, parecían ser empleados de la casa, y una mujer con vestimenta de mucama que llevaba bordado un logotipo elegante.
—América —dijo Nathan, esbozando una sonrisa amplia—. Bienvenida a tu nueva casa.
América lo miró con cautela. Larissa, en cambio, le devolvió la sonrisa, lo que para ella era una señal de que el hombre le había caído bien. Pero América ya no confiaba en primeras impresiones: después de lo de Jader, temía que de tal palo, tal astilla.
—Hola —dijo América con educación—. Ella es Larissa, una de mis mejores amigas.
Larissa le extendió la mano, y Nathan la tomó con respeto.
—Un gusto conocerte, Larissa. Sos bienvenida cuando quieras. A partir de hoy, esta tambié