América se encontraba en su cuarto, cambiándose para ir al cine. Agradecía que Jader no fuera a acompañarla; desde el día anterior no había regresado a la casa. Había escuchado a Nathan discutir con él por teléfono, y aunque intentaba convencerse de que no tenía nada que ver, a veces sentía que era la causa de esas discusiones. Cuánto deseaba que todo fuera diferente.
Más temprano, había bajado a desayunar junto a “su Nathan”. Se sentía arrepentida por haberle apartado el rostro cuando intentó besarla. Ahora, el anhelo por ese beso le dolía en los labios y en el recuerdo.
Al bajar por las escaleras, lo encontró en el lobby, con el móvil en la mano. Al notar su presencia, Nathan levantó la mirada y ella pudo ver el deseo en sus ojos. Aún no comprendía por qué insistía en no decirle claramente lo que sentía.
Quizá fue por rechazarlo... qué tonta soy. Si pudiera darme en la cabeza, lo haría. Bueno, puedo… pero no, no lo haré. Aunque estoy tan arrepentida.
—Estás tan bella… Te queda muy b