Stella miró el reloj. Había pasado alrededor de una media hora desde que Cyrus se fue y pensó que él ya estaría por llegar.
Y justo entonces, como si él pudiera escuchar sus pensamientos desde donde estuviera, sonó el timbre.
Stella pegó un brinco pequeño, presionando la mano contra su corazón. Se obligó a inhalar y exhalar antes de caminar hacia la puerta. Pero cuando abrió… el aire se le escapó por completo.
Cyrus estaba ahí, vestido con un pantalón deportivo oscuro, una camiseta gris simple, el cabello húmedo recién peinado hacia atrás y un bolso deportivo pequeño colgado de su mano. Se veía tan guapísimo y Stella no podía creer que ese hombre fuera suyo... su novio.
—Hola —dijo ella, tratando de sonar normal.
—Hola —respondió él, mirándola con una sonrisa leve que se le formaba lentamente, como siempre que la veía—. Ya llegué.
Stella se hizo a un lado para dejarlo pasar.
—Pasa…
Él entró, dejando un aroma agradable, limpio, que se mezcló con el olor a vainilla del d