Baldassare
La enfermería de los Sovrano huele a alcohol, metal y secretos. Immacolata me recibe con una mirada de reprimenda. El cabello lo tiene metido en un gorrito y me apunta con la barbilla hacia la camilla que está al fondo. Apartada. Ideal para mí. Antes de ser obediente, le doy una mirada a los asiáticos.
Filipa está vendando el brazo de unos de los chicos. No veo a Carmina por ningún lado y termino posando los ojos en el líder, Kenta. No tiene que contarme su tristeza, porque su semblante es un letrero. Tiene la pierna vendada.
—El clan Corvi se levantará —recita, más para él que para mí—. Puede que me veas débil. Tal vez pienses que somos un cero a la izquierda…
—No pongas palabras que no he dicho en mi boca —refuto.
Filipa me observa.
—No hace falta que grites para verlo en tu jeta —dice con los dientes rechinando.
—Lo que veo es una profunda tristeza —hablo con la verdad y prosigo—. Algo completamente válido. No te juzgo. Tengo famiglia. —Coloco la mano en mi pecho—. Descan