Azzura
Baldassare me lleva de la mano a la vivienda llamada Roca, en Rosarno. No se molestaron en vendarnos los ojos, porque no es su hogar. Nos permitieron observar el camino, pero no lo considero confianza, cuando nos están llevando a un experimento. Puedo entender la desconfianza, pero traer a mi famiglia a un barrio peligroso no creo que sea protección. Me daría miedo si viniera sola, pero estoy con ellos.
La Roca se encuentra al final de una calle sin salida. Es una estancia de tres pisos, derruida. Guido nos guía al interior, y me quedo con la boca abierta al toparme con el piso de mármol. Afuera no hay lujos, solo se ve hediondez, pero adentro la elegancia grita en cada rincón. El olor a cerrado me golpea en las fosas nasales, mezclado con un cítrico fuerte. De seguro limpiaron a toda prisa por nuestra abrupta llegada.
Se oyen murmullos desde dentro, y caminamos por un pasillo adornado con cuadros de paisajes italianos. Son impresionantes. Entramos a una sala acogedora, y recono