Azzura
El gruñido posesivo de Baldassare me saca de mis delirios por él.
—Primo, es mi Gacela —dice mi obsesivo, y mi mamma pone los ojos en blanco—. Y con mucho gusto cometo ese peccato hasta que me muera —acepta que sea su cruz y consigue que me derrita sin tocarme, solo con su declaración.
Es visceral, porque desde que lo conocí supe que él era mi peccato y mi rovina.
Carmina sonríe de oreja a oreja, y con ese gesto compruebo que este hombre ha logrado entrar en nuestras vidas. Se ha ganado a mi mamma demasiado rápido, y al mirar a Narciso veo su tristeza. Ella vino a aceptarlo cuando ya no éramos nada. Pero con el Biondo Diavolo se nota la aceptación a gran escala.
—Santito, ven a abrazarme —habla Immacolata mientras se acuclilla y abre sus brazos para él.
Él pasa como un celaje por mi lado y se arroja con fuerza a su cuerpo. La mujer cae al piso con el niño. El hombre de las gafas oscuras, el Capi, deja de ser una estatua y se dobla a despeinar el cabello de Santito.
—Dame un segu