Capítulo 53: Y sin disparar… me mata.
Baldassare
Me pregunto si Azzura heredó el carácter ácido de ella. En el físico, nada que ver. Es que, viéndolo todo de cerca, fui un iluso. Azzura tiene la genética de los Minniti.
—Sácame de este sitio. Prometo no huir de la cueva —ruega Santo y se arroja a mi pierna. Me conmueve—. Per favore, no buscaré peleas. Solo llévame.
La mano delicada de la mujer en mi palma logra que corte mis emociones y desvíe mi mirada del sufrimiento del niño.
—Grazie por matarlo —dice con voz rota, y la ayudo a levantarse.
Carmina Serra me observa, evaluándome. Busca si soy amigo o enemigo. Aparta su mano y da dos pasos atrás, evitando mi mirada. Se pasa la manga del pijama por la frente, regándose la sangre, y arruga su cara en el proceso. Mi suegra es bonita, con un porte elegante; su cabello suelto enmarca su rostro, y baja la mirada para observar sus pies descalzos.
—Los disparos han acabado —murmura Ariel, rompiendo el incómodo silencio.
Toco la cabeza de Santo.
—Santito, tranquilo, todo terminó —d