Baldassare
Miro su reflejo en el espejo a nuestra izquierda y, joder, soy un cretino con suerte. La tengo desnuda, con el top enrollado en su vientre. Merda, el tatuaje queda perfecto entre sus niñas.
—Es oscuro, elegante y poderoso. Justo como tú —recito con el corazón henchido.
Azzura, asombrada, me encara. Sus ojos, aguados, terminan desbordándose y guío mis manos a su rostro. Froto con mis pulgares debajo de sus ojos y su llanto aumenta. La empujo contra mi cuello, donde se ajusta a la perfección, y masajeo su cuero cabelludo.
—Espero que ese llanto sea porque separarte de mí es doloroso —susurro, y su risa me hace cosquillas en la piel.
—Tienes talento para enloquecerme… pero también para recordarme que siempre seremos fugaces.
Mi polla sigue dentro de ella, sin gorro, solo sus paredes abrazándome, y la sensación es otro maldito nivel. Me pregunto cuánto tardará en llegar el reclamo.
—Debe ser agotador.
Ella se separa de mi cuerpo y me enfrenta con el ceño fruncido.
—¿Agotador?
—N